Sociedad de la indignación



Vivimos tiempos de indignación. En la calle o en las redes sociales, a través de campañas on line u ocupando espacios públicos, la gente protesta y se activa a favor de determinadas causas sociales o políticas. Estas protestas vienen de una indignación generalizada.


El autor Byoung-Chul Han expresa que: “La sociedad de la indignación es una sociedad del escándalo. Carece de firmeza, de actitud. La rebeldía, la histeria y la obstinación características de las olas de indignación no permiten ninguna comunicación discreta y objetiva, ningún diálogo, ningún discurso. Ahora bien, la actitud es constitutiva para lo público. Y para la formación de lo público es necesaria la distancia. Además, las olas de indignación muestran una escasa identificación con la comunidad. De este modo, no constituyen ningún nosotros estable que muestre una estructura del cuidado conjunto de la sociedad. Tampoco la preocupación de los llamados ‘indignados’ afecta a la sociedad en conjunto; en gran medida, es una preocupación por sí mismo. De ahí que se disperse de nuevo con rapidez”. 

Nuestro actuar sin pensar nace de la indignación. Por eso no vale la pena preguntarse, como hace Daniel Innerarity, cómo lograr “que la indignación no se quede en un desahogo improductivo, sino que se convierta en una fuerza que fortalezca la política y mejore nuestras democracias”. Es que sencillamente la indignación contemporánea es precisamente eso: un desahogo eminentemente improductivo.

En el siguiente video adjunto se puede observar un ejemplo de comunidades indignadas contra los gobiernos o partidos políticos en distintos países. 




Escrito por: Anyela Vargas, 1075049

Comentarios

Entradas populares